Puedo expresar por experiencia propia el efecto que tienen las mujeres en nosotros los hombres, no desde el clásico punto de vista carnal y pasional al que hace referencia una expresión de esta índole, por el contrario, por alguna razón la presencia de una dama es capaz de hacerte controlar los aspectos más bestiales con los que estamos acostumbrado a vivir, mucho más aun el abrazo tierno que nos pueden dar calma y contiene cualquier inquietud en nuestro interior.
Supongo que comienza por nuestra madre, que con su abrazo aleja los temores de la niñez, sin embargo, es una sensación totalmente distinta cuando otra mujer es quien proporciona ese abrazo, con una madre la sensación es de ser protegido, cuando es con otra mujer es una calma extraña, una sensación de apagar la inquietud, como si de un tranquilizante se tratase.
No se ni donde ni cuando volveré a experimentar esa sensación pero ahora que aún la recuerdo quiero dejar un testigo de que lo hice, en conclusión realmente agradezco al cielo habernos hecho así, porque de verdad, no me imagino una forma más pura de sentirnos humanos